Ay! que suerte tan negra y tirana es la mía
al haberte encontrado a mi paso una vez,
tan feliz y contenta que sin ti vivía
cuando yo ni siquiera en tu nombre soñé.
Hasta que una mañana fatal de mi vida
el destino te enviara mi suerte a cambiar,
al instante sentí que tu imagen querida
ya jamás de mi mente se habría de borrar.
Tiempo aquél tan alegre de mi primavera,
cuando ni una tristeza mi dicha turbó.
Cuántos años pasaron cual dulce quimera
cuando ni un desengaño mi vida pasó.