He despertado
en fondo de este pozo
sin saber quién soy,
cómo he llegado,
lleno de barro,
con algunos huesos rotos
y la piel color papel quemado.
Me levanto y clavo
uñas y dientes contra la pared
el calor derrite mis manos.
Respiro y ardo,
hogueras en mi Torre de Babel.
El dolor ya no duele tanto.
Y ahí afuera buscaremos al malo,
y los buenos nos tendrás que creer.
Salga despacio con los brazos en alto,
ponga las manos donde yo las pueda ver.