Eres un perdido de la sociedad,
eres sólo carne y poco más;
cuántas veces te has puesto a pensar
en las horas que desperdicias
quemando y jugando con tu vida,
girando la ruleta del destino,
acariciando los dedos del peligro,
apostando a números prohibidos.
Debes curar tu nocturnidad, aunque
no te puedas explicar qué tiene
la noche que no tenga le día, qué
tiene tu sangre que nunca se enfría.