El viejo poeta me enseñó a cantar
canciones de amor y de soledad
me habló de Brel y de Georges Brassens
y de la anarquía de Leo Ferré;
me puso Atahualpa y a la hermosa Parra,
de Dylan me dijo esto es otra cosa,
y con el Tom Waits me abrí la garganta
para cantar jotas y rancheras locas.
He aquí los buenos maestros de siempre. (bis)
Pasaron los tiempos y seguí pensando
que esos viejos maestros están cada día
en la colectiva memoria de todos
enseñando versos que hablan de nosotros.
He aquí los buenos maestros de siempre. (bis)
Sus versos de ausencia y de compromiso,
risas anarcas y de amores vivos
son los versos duros que enseñaron siempre
lo que en viejos libros nunca nos dijeron.